lunes, 10 de noviembre de 2008

Miembras del primer sector, tras miles de años de agricultura

Excelente el artículo de Carmen Morán publicado hoy en el diario El País y que recoge una de las aplicaciones de la Ley de Igualdad (art. 30 Igualdad de hombres y mujeres en el sector agrario), igualdad materizalizada por fin, tras milenios de desigualdad. He aquí una muestra palpable de la necesidad de diferenciar dos términos que parecen sinónimos, pero que no lo son: trabajo y empleo (asalariado). Esta diferencia terminológica sirve para visibilizar el trabajo de las mujeres con el fin de que éste no siga apareciendo en los balances macroeconómicos como inactividad.

Desde una perspectiva jurídica, económica y estadística, se considera trabajo sólo aquella actividad que está mediada por un intercambio mercantil en el ámbito público. Esta concepción deja fuera toda actividad, en el ámbito privado, relacionada con la educación y la crianza de los hijos y de otras personas dependientes, la atención del hogar, etc. (precisamente el trabajo que históricamente han realizado las mujeres y que es básico tanto para la supervivencia de la especia humana, como para la organización social, así como un fundamento clave y esencial del trabajo productivo).

Pero volvamos a la noticia y lean directamente a Morán, pues creo que sobra cualquier comentario.

Carmen Morán. La mujer podrá ser cotitular de la explotación agraria familiar: Un decreto reconocerá la propiedad compartida para acabar con un vestigio machista en el campo - La mayoría de los negocios está a nombre del hombre El País, 10 de noviembre de 2008.

"Las mujeres del campo, que durante siglos han venido prestando sus manos a la tierra y atendiendo al ganado, ya no deben contestar a quien les pregunte que ellas no trabajan en nada, sólo porque no reciben un sueldo. Los papeles siempre han llegado a casa a nombre del marido, pero no tiene por qué ser así. Ellas podrán ahora ser cotitulares de las explotaciones agroganaderas, una figura que no estaba regulada para matrimonios ni parejas de hecho, y obtener su rendimiento del trabajo a partes iguales con su pareja. De esa forma podrán recibir una ayuda íntegra, como si fueran socias de la explotación, cuando emprendan su primera empresa. Y las administraciones públicas podrán establecer subvenciones, apoyos y otras medidas incentivadoras para promover la cotitularidad entre la pareja". (...)

(...) Si la tierra es de quien la trabaja, las vacas también. Pero esta mujer, de 47 años, aunque lleva un cuarto de siglo atendiendo al ganado y la gestión administrativa de la explotación, nunca ha figurado como propietaria. Todo está a nombre de su marido. Y él le tiene que firmar una autorización cada vez que va a las oficinas a solicitar ayudas o cualquier otro trámite. Preguntó si podía ponerse ella como cotitular para evitar este trago de que el marido le dé permiso. Pero no hay un formulario adaptado para ello, porque esa figura de cotitularidad no existe para un matrimonio. "En pleno siglo XXI y con la autorización del marido. No gano ni pierdo nada con la cotitularidad que he solicitado algunas veces, lo hago sólo para sentirme mejor", afirma minutos antes de empezar el ordeño de la tarde. "En la oficina me decían que si teníamos bienes gananciales para qué quería figurar como cotitular. Pues porque sí, pero no hay forma.

Cuando el nuevo real decreto sobre cotitularidad entre en vigor, esta ganadera tendrá una profesión sobre el papel, en lugar de un trabajo invisible que no consta en archivo alguno. Y puede que incluso el aparecer como cotitular pueda reportarle entonces ventajas económicas, pues el decreto permite favorecer estas explotaciones familiares cuando al menos un miembro de la pareja sea eso, miembra. (Las negritas son de esta amanuense bloguera, aunque debiera haber subrayado todo el texto. Miembras y miembros, lean la noticia entera. No tiene desperdicio.)

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