Suelo recoger en este blog todas las noticias que se refieren al uso de la palabra miembras de forma conjunta, clasificándolas y agrupándolas en varias sesiones para que se pueda acceder a cada una de ellas por medio de enlaces a los medios informativos en las que aparecieron. Sin embargo, hoy voy a hacer una excepción y destacaré una noticia concreta.
He sentido una mezcla de sorpresa y alegría al leer un artículo de opinión aparecido hoy 4 de julio de 2008 en el diario Información de Alicante. Lo firma Luis Segovia López, ex magistrado jubilado y lleva por título Me va lo de miembra. No se lo pierdan.
Sospecho que Luis Segovia López nos ha leído y, si no es así, confío en que los enlaces hipertextuales que conectan este blog y su artículo nos vinculen a través de la red. De cualquier forma, agradecemos su granito de arena para poner un poco de sensatez en este laberinto lingüístico y simbólico, pues la única manera de erradicar el machismo rampante y establecer un mundo más igualitario es que todas y cada una de las personas que lo habitamos y nombramos, estemos dispuestas a mirar con ojos limpios y mentes más abiertas, como la suya.
En el extremo opuesto encontramos de nuevo al espadachín pendenciero que se instaló en la Academia habitando todavía el Siglo de oro, y no nos referimos a la vertiente literaria del mismo, sino a la fanfarronería de caspa y espada del susodicho. No me gusta hacer publicidad de ciertos sujetos, pero ahí va otra lindeza del miembrillo de la RAE: Miembras y carne de membrillo. ¡Si Manuel Alvar, el envés de la hoja, se arrellanara en su antiguo sillón T tras trotar de planeta en planeta para formar el Atlas lingüístico de las Estrellas, a buen seguro que charraría algo en murciano o imprecaría en dialecto aragonés!
Y aún queda por ahí algún otro deslenguado al que le gustaría que fuéramos siempre vestidas como hombres para valorarnos -aunque sea faltando-, y llamarnos Pedro de Orive, Francisco de Loyola, Alonso Díaz, Ramírez de Guzmán o Antonio de Erauso, en vez de Catalinas. Catalina de Erauso, la monja alférez.
Parece ser que se ha desatado la tormenta y, al clamor de los truenos, alguno se ha lanzado abiertamente y sin complejos a realizar la siguiente declaración: Confieso mi homofobia.
1 comentario:
Pues yo me siento discriminado por el lenguaje feninista-sexista, ya que soy un persono, no una persona, vaya gilipollez de articulo de opinion.
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