sábado, 5 de julio de 2008

La representación de la realidad a través del lenguaje

"Solo podemos representar la realidad desde un punto de vista, pero la realidad ontológicamente objetiva no tiene punto de vista".

John R. Searle: "La construcción de la realidad social".


El lenguaje contiene entidades que simbolizan y, en el lenguaje, existen palabras, símbolos y otros mecanismos convencionales que significan o expresan algo, o que representan algún concepto que está más allá de ellos mismos.

Así pues, las palabras significan, simbolizan y representan, y lo hacen de un modo que es públicamente comprensible. Todas las personas vivimos en el mismo mundo, sin embargo, el mundo contiene distintos aspectos que tienen que ver con disciplinas más o menos objetivas como la física, la química o las ciencias naturales, pero también con disciplinas humanas como la política, la sociología, la psicología o la economía. ¿De qué manera pueden seres biológicos, como los humanos, crear una realidad social objetiva?

Profundicemos hoy en la gran complejidad que encubren las acciones humanas y cómo se construyen las instituciones sociales basadas únicamente en el hábito y la costumbre. En suma, veamos cómo se construye la realidad social a través de la mirada de John Searle, profesor de filosofía en la Universidad de Berkeley, California y uno de las personas que más ha contribuido a aclarar las bases de la filosofía del lenguaje, la filosofía de la mente y la filosofía de la sociología actuales.

Para este autor, no hay oposición entre lo mental y lo físico, pues lo mental es simplemente un conjunto de rasgos físicos del cerebro a un nivel superior de la descripción neuronal; como tampoco hay oposición entre la biología y la cultura, pues la cultura es la forma que cobra la biología en los seres humanos. Las diferentes culturas no son sino diferentes formas en que puede manifestarse una subestructura biológica subyacente. Searle busca una historia que vaya de la biología a una ontología que incluya las normas culturales e institucionales, porque cree que no puede haber una ruptura radical y afirma que No es sorprendente que los términos de conexión entre la biología y la cultura sean la consciencia y la intencionalidad.

"Lo que resulta especial en la cultura es la manifestación de intencionalidad colectiva, y en particular, la asignación colectiva de funciones a fenómenos, siendo así que las funciones no pueden ser cumplidas meramente en virtud de puros rasgos físicos de los fenómenos. Desde los billetes de dólar hasta las catedrales, y desde los partidos de fútbol hasta los Estados-nación, constantemente nos encontramos con nuevos hechos en los que los hechos rebasan los rasgos físicos de la realidad física subyacente.

Sin embargo, aunque hay un continuun de la química de neurotransmisores como la serotonina y la norepinefrina hasta el contenido de estados mentales como la creencia de que Proust es mejor novelista que Balzac, los estados mentales se distinguen de otros fenómenos físicos en que son o conscientes o potencialmente conscientes. Cuando no hay acceso a la consciencia, al menos en principio, no hay estados mentales. Análogamente, aunque hay un hilo de continuidad entre la conducta colectiva de los leones que atacan hienas y la toma de decisiones institucionales de la Corte Suprema, las estructuras institucionales poseen un rasgo especial, a saber: el simbolismo. La capacidad biológica para hacer que algo simbolice -o signifique, o exprese- otra cosa distinta es la capacidad básica que subyace no sólo al lenguaje, sino a todas las demás formas de realidad institucional. El lenguaje mismo es una estructura institucional, porque entraña la imposición de un tipo especial de función a entidades físicas brutas que no guardan relación natural alguna con esa función. Ciertos tipos de sonidos o de marcas cuentan como palabras y sentencias, y ciertos tipos de expresiones cuentan como actos de habla. La función agentiva es la de representar, en uno u otro de los posibles modos de actos de habla, objetos y estados de cosas en el mundo. Los agentes que pueden hacer eso colectivamente reúnen la precondición esencial para cualesquiera otras estructuras institucionales: dinero, propiedad, matrimonio, gobierno y universidades; todo eso existe por la mediación de formas de acuerdo humano que entrañan de una manera esencial la capacidad de simbolización".

Desde hace algunos años, las mujeres han emprendido una larga y dura batalla para que se las nombre en femenino. Queremos ser juezas, médicas, bedelas, presidentas, miembras, arquitectas, etc.

Les aseguro que desde un punto de vista subjetivo (se trata de una experiencia que únicamente pueden vivir las mujeres en carne propia, y no los hombres), es muy desconcertante y desilusionante realizar unos estudios y recibir al final un título donde consta Fulanita De Tal, Licenciado; con el que no te sientes en absoluto identificada ni reconocida. O ser llamada médico y no reconocerte en este término. Como individuos, todos y cada una buscamos un reconocimiento social y, como colectivo históricamente olvidado, no sólo las mujeres necesitan este reconocimiento, sino que debiera ser una obligación social, ética y moral acabar de una vez por todas con la injusticia histórica e, incluso, reconocer la deuda histórica que tiene la sociedad en su conjunto con el colectivo de mujeres del que forman parte la mitad de los seres humanos y al que no se le ha permitido ocupar un papel relevante en la sociedad, en los mismos términos de derechos y deberes que sí se les ha reconocido al colectivo masculino.

¿Por qué queremos llamarnos miembras? se preguntan asombrados gran número de varones y aducen que, por lo mismo, habría que hablar de taxistos, electricistos, peridodistos, futbolistos, coleccionistos, impresionistos, marxistos, etc; cuando es bien sabido que la construcción con el sufijo -ista no presenta ningún problema a los varones, sino todo lo contrario ya que está bien arraigada en la conciencia de los hablantes que este sufijo se utiliza para la formación de derivados con el significado de tiene la profesión, oficio u ocupación de, o es partidario, seguidor o simpatizante de. Es pauta general que el masculino y el femenino de estos sustantivos con el sufijo -ista se forme con los artículos el/la, respectivamente, pues es sustantivo de género común y no existen excepciones a la norma excepto en el caso de modisto, por lo que no existen otros casos con los que se pueda hacer analogía para sustituir la -a por una forma masculina en -o. (En otra ocasión trataremos con profundidad el caso concreto del sustantivo modista, que se hizo femenino apoyado en su terminación con artículo femenino la modista y creó un masculino en -o: el modisto y del cual algunos miembros varones de la profesión reniegan y existe una marcada tendencia por parte de los mismos profesionales a restablecer la forma del masculino regresivo el modista).

De la misma manera, los nombres que acaban en -a para referirse a profesiones, cargos o actividades humanas son, en su inmensa mayoría, comunes en cuanto al género: el/la atleta, el/la cineasta, el/la logopeda, el/la pediatra. En algunos casos, por razones etimológicas, el femenino presenta la terminación culta -isa: como en profetisa o papisa. Y, en el caso de poeta, existen ambas posibilidades: la poeta/poetisa.

Sin embargo, aquellos nombres cuya forma masculina acaba en -o forman normalmente el femenino sustituyendo esta vocal por una -a: bombero/bombera, médico/médica, ministro/ministra, ginecólogo/ginecóloga, etc; De ahí que sea perfectamente posible utilizar miembro/miembra por analogía; aunque hay excepciones, como piloto, modelo o testigo, que funcionan como comunes: el/la piloto, el/la modelo, el/la testigo.

Quizás, la siguiente frase de Searle, sirva para encender alguna bombilla:

"En el caso de muchas funciones agentivas -no todas- resulta razonablemente fácil decir qué objetos son sillas, mesas, martillos y destornilladores, porque podemos inferir la función de su estructura física. Pero cuando se trata de dinero, de maridos, de profesores de universidad o de fincas privadas, no se puede inferir la función del status de las puras propiedades físicas. Se necesitan rótulos".

La cuestión es que muchas mujeres queremos rótulos también en femenino porque somos licenciadas, doctoras, bedelas, médicas, juezas, presidentas y miembras.

Una actitud simbólica de reconocimiento hacia las mujeres como muestra de que la ciudad también las tiene en consideración, es la utilización de ideogramas de mujer e iconos femeninos en la señalización viaria. Esta ha sido, por ejemplo, la iniciativa municipal de tres ciudades españolas: Fuenlabrada (Madrid), Sagunto (Valencia) y La Coruña, que han instalado semáforos con figuras de mujer en su señal luminosa. En algunos casos la señal luminosa intercala una figura femenina y otra masculina. Son pequeños gestos y actos simbólicos, pero que tienen su importancia.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Sinceramente, no entiendo que os engancheis tan fuerte a los símbolos. Personalmente, creo que el machismo no está en el lenguaje, que sólo es una herramienta, sino en el uso que le demos. Decir "la miembro" no es machista, para mí. Aunque ciertamente me suena mal (lo mismo que "miembra", que me parece una palabra feísima, aunque para gustos los colores), y preferiré decir "la partícipe", por ejemplo. Sí que hay machismo, en cambio en una frase como "Mira esas tres chicas solas", que alguna vez he oído. Pienso que se puede hacer un discurso elegante y nada discriminatorio sin forzar el lenguaje (y "miembra" me lo parece). ¿Habríais conseguido algo, digamos en el 2020, si apareciese "miembra" en el DRAE, pero siguiese muriendo una mujer a la semana por violencia (que sí es) machista? ¿Realmente estais tan seguras de que la situación de la mujer mejorará si la visión que tiene de vosotras el hombre común se adapta simplemente en el lenguaje que usa? Más directamente: ¿piensas que soy un machista de tomo y lomo si me opongo con mi voz a que se fuerce el lenguaje más allá de su uso actual? Mi tesis es que la lengua castellana actual es lo suficientemente rica como para ser empleada sin discriminar a nadie y sin ser forzada en absoluto, y a eso sí me comprometo cuando escribo, pero ese lenguaje presuntamente políticamente correcto que se quiere promover me parece un rasgo más de un pensamiento único que, así pensaba yo, la gente progresista había quedado de acuerdo en postergar y arrinconar.

DMA dijo...

Realmente no entiendo esos argumentos del tipo "es absurdo que se reivindique el uso de la palabra miembra mientras cientos de mujeres mueren por culpa de la violencia machista". Obviamente la violencia de género es una lacra que debemos erradicar, pero ¿acaso es incompatible luchar contra la violencia de género y reivindicar un uso no sexista del lenguaje? también me sorprenden otro tipo de argumentos que he leído en otros foros que decían algo así como "en estos tiempos de crisis aparece la ministra Bibiana Aído para desviar nuestra atención diciendo tonterías", ¿acaso no ha sido un mayor y más letal somnifero la Eurocopa? ¿o Eurovisión? ¿o -inserte miles de cosas- quizás? El problema es que ante las iniciativas que le duelen a aquella gente que sustenta las bases e intereses de la sociedad siempre aparecerá la cobardía enmascarada de demagogia diciendo cosas como "sí, está bien pero deberíamos luchar por otras cosas antes" cuando realmente piensan "no estoy de acuerdo con eso que reivindican y voy a demostrar la contradicción en la que todo el mundo cae". La vieja acusación de las personas que dicen que no se puede luchar contra el sistema desde el sistema muchas veces no la emiten las personas que quieren derrocar el sistema sino las que forman parte de él.
Y por último eso de utilizar otras palabras como "partícipe" puede estar muy bien, pero si yo tengo que traducir member, y me apatece una palabra tan directa y adecuada como "miembra" ¿por qué no lo voy a hacer? ¿Por qué no le apetece a la RAE?

María Jesús Lamarca Lapuente dijo...

Gracias, Daniel.

Hace tiempo que quería contestar en el mismo sentido en el que tú lo has hecho y me valen perfectamente tus palabras.

Como cualquier persona en este mundo, además de elaborar este blog, tengo otros muchos intereses vitales, personales, intelectuales, sociales y lúdicos.

Me apasiona el lenguaje y, además de trabajar para ganarme las lentejas diarias, me gusta pasear, leer, ir al cine, salir con los amigos, participar en movimientos sociales, etc. También me gusta reflexionar sobre la sociedad en la que me ha tocado vivir y, gracias a este nuevo medio de escritura y tecnología comunicativa que es un blog, puedo compartir mis reflexiones con quienes estén dispuestos a leerlas.
Se pueden hacer muchas cosas a la vez en este mundo que, realmente, anda muy mal: guerras, hambre, injusticias, desigualdades, violencias de todo tipo, etc; pero no por eso dejamos de comer, respirar, amar, protestar por lo que no nos gusta o reivindicar otras nuevas maneras de ver, decir y concebir el mundo.

Rosa Gómez Limia dijo...

Estimada María Jesús: No puedes imaginarte que alegría me ha dado encontrar tu blog y su defensa del lenguaje no discriminatorio. Hay quien dice que esta ¿pequeña? lucha no nos llevará a ninguna parte a las mujeres pues el lenguaje bien usado no incrimna discriminación. Al hilo de esto he podido observar esta mañana en misa que toda la gente que estaba allí a la hora de comulgar oraba así: "Señor, yo no soy dignO de que entres en mi casa pero una palabra tuya bastará para sanarme. Miré alrededor y asombrada vi como habría unas cincuenta mujeres en el templo y ¡¡ tres hombres!!. Entonces decidí rezar en adelante así "yo no soy dignA, porque si no lo hiciese de esta forma estaría incluyéndome al resto de mujeres que había en Misa para que "una palabra suya" sanase a los tres UNICOS hombres presentes. ¡Claro que tiene importancia el lenguaje, y si yo lo veo lo ve mucho mejor una niña/niño que desde muy pronto y subconscientemente, aprenden a saber que las mujeres NOI SON IMPORTANTES ni siquiera para la Iglesia. Por eso papá puede pegar a mamá, llamarle burra,gorda,fea, cállate y otras lindezas que odio reproducir. Seguiré en contacto

Candela dijo...

Estimada María Jesús, no soy lingüista pero me interesa el tema. En su día, hace años ya, creé unos foros para mujeres, referidas allí como "miembras" a sabiendas de que el término no estaba legalizado por la RAE, pero mira, no imaginaba a aquellas mujeres llamándose miembros, y el término ya lo había visto en algún otro lugar. Me duele y me importa como ser humano y como mujer la campaña que se está haciendo contra la ministra Aido, vaciando de contenido su discurso y haciendo alusión únicamente a ese término miembras. Me duele igualmente que Reverte, aludiéndose a sí mismo como académico, haya hablado en los términos en que lo ha hecho en la revista XL Semanal, bajo el título Miembras y carne de miembrillo. Como académico no tiene pelos en la lengua para utilizar la palabra "feminata" mientras hace alarde de lo chulos que son ellos (los de la RAE) y mil cosas más que ponen los pelos de punta. De hecho basta hacer una búsqueda en Google poniendo "académicos de la RAE" y las primeras entradas que aparecen son referidas al término miembra. Burlándose, claro está.
Gracias por este blog y por tus reflexiones y análisis. Concretamente en esta entrada das en la clave de muchas cosas que no deberían pasar desapercibidas sobre la morfología de las palabras.

Manolo Nolla dijo...

Hay machismo en todas las sociedades de este planeta. Hay machismo por tanto también en el lenguaje.
Pero las gramáticas son diferentes y unas tienen un tratammiento de los masculinos y femeninos o un tratamiento de los genericos diferentes a otras, y no lo son por ser sociedades mas o menos machistas. ¿son más feministas los españoles de hace 50 años que los ingleses de hoy porque estos no tienen, por ejemplo, ni siquiera una palabra propia para designar a las profesoras?.

Creo que utilizar en singular una palabra nueva en femenino no complica mucho la cosa. Sin embargo no comparto el planteamiento de Maria Jesús de que las profesiones terminadas en "ista" se pueden quedar porque es admitido, pero hay que cambiar otras que acaban en "o" porque no lo admite. También quiere que se llame a las mujeres licenciadas, doctoras, bedelas, médicas, juezas, presidentas y miembras, y sin embargo admite que se mantengan como piloto, modelo o testigo,que funcionan como comunes.

A mí lo que me preocupa es que la lucha contra el machismo en el lenguaje y en las expresiones (habeis puesto ejemplos), se traslade a unas prácticas que hacen farragosa la expresión, y por tanto a una lucha absurda porque creo que el lenguaje evoluciona de otra manera.
Me refiero al uso del genérico plural, que en castellano debe concordar en género con el artículo y el adjetivo. En la cruzada linguista en la que algunos están empeñados, ni siquiera los textos más supuestamente feministas pasan la prueba del algodón de utilizar siempre "os/as". Se hace imposible. Ejemplo:
Los/las cooperantes y cooperantas de los campos de refuguiados y refugiadas están contentos y contentas porque los/las leones y leonas han dejado de merodear.....

Anónimo dijo...

Por eso os digo... hablemos inglés.
Estais invirtiendo demasiado en... Balas salvas.
La realidad no tiene género -no me vengais con que es mujer.
Lo real es neutro, las personas no lo somos. Yo prefiero que me llamen como quieran, pero que me traten con respeto, y el respeto existe psicológicamente antes que las palabras que permiten expresarlo -las emociones se tramitan en el límbico, las concepciones, en la corteza-. Elegid una lucha más significativa... y no "in-significante".